lunes, 1 de febrero de 2010

Peonza

Anduve huyendo durante muchos años
desde que supe que soy tan frágil
igual que las hojas del otoño
o como la oruga que marcha en procesion
a cuestas con su propio veneno.

Estuve perdido de un lado a otro del mundo
zigzageando en delirantes espirales
como las peonzas que nunca supe dominar
cuando era el niño, igual que ahora,
extraviado y al filo de lo imposible.

Aunque pueda parecer lo contrario
desde los ojos del lector que para nada me conoce
no fue tan horrible la caida
hacia el abismo de mi indefinicion
y ahora se lo que siempre habia intuido
que la mejor manera de encontrarse
es perderse.

Menos veinte

Menos veinte grados bajo cero
la nieve cubre el Trabant al otro lado de la calle
los pensionistas tiritan de tristeza.
En cuanto a las fabricas, continuan cerrando
y cada dia se multiplica la soledad;
en el festín hay muy pocos invitados.

Menos veinte de alguna hora de la noche
el dia en que Lenin fue una estatua de caramelo
en su antiguo pedestal de la justicia.
Mientras, espera tras los muros de Mogosoaia
sobre la hierba que siempre renace
a que los pueblos despierten de su pesadilla.

Menos veinte años de desarrollo.
tiempo perdido o, más concretamente,
ganado por algunos sobre la miseria de todos.
Doscientos cuarenta meses congelados
y atonitos, bajo los escombros de la esperanza,
que se derrumba junto a colegios y hospitales.