martes, 4 de marzo de 2008

Orden simbólico

Se caen las torres de nuestro orden simbólico
en el que nada sucede fuera de la televisión.
De repente los terroristas están a las puertas
de nuestros acorazados paraísos.

La burbuja que habitamos está a punto de estallar
y la diversidad nos trae también su mala cara.
Lo que antes alejábamos de las miradas
ahora camina por las calles justo al lado.

Nuestras pirámides se elevan sobre sus favelas
y lo ninguneamos a base de narcóticos,
acomodados entre efectos especiales
nos resignamos a ser actores de reparto.

Mientras jugamos en nuestros fríos dormitorios
a simular ser héroes, a destruir mundos bárbaros,
rompemos las normas que en la rutina aceptamos
y nuestra libertad tan solo es una huida.

Las fronteras políticas nos son incuestionables
porque somos su espejo fragmentado:
incapaces de asumir de lo indefinible el vértigo
elegimos sobrevivir de rodillas.

Aplastados bajo el peso de límites artificiales
nos refugiamos en las parcelas del miedo.
Somos nómadas que sueñan con las tablas de la ley
llenos de espejismos en el desierto de lo real.

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