lunes, 15 de octubre de 2007

El conde Ciano vomitando

El conde Ciano vino a celebrar la victoria
de los que no sabian defender sus razones
mediante argumentos.
Para ello cedió sus tanques y sus aviones
sus ejercitos mercenarios en nombre de patrias
que nunca existieron.

Lo que no pudo hacer el italiano
es apoyar con la lógica una lucha hipócrita
en la que la bandera era solo un eufemismo
de los bolsillos de los generales
de los intereses de los carroñeros
y de sus panzas llenas.

Aunque lo que no podia esperar
es tener que presenciar el espectáculo
del horror del general enajenado
torturando como un sádico
proyectando su enanismo espiritual
afilando su minusvalia filosófica
con el castigo de la carne
porque no podia convencer con la palabra.

Gélida paradoja,
La celebración del triunfo militar
acabó en una sucia vomitona
del camarada ideológico.
Todavia pervive su hedor,
porque aun no se ha limpiado.

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