jueves, 2 de julio de 2009

Ovejas negras

Profundas como las de bala
son las heridas de amor
pero no sólo.

Hay llagas como un precipicio
sobre el fondo agujereado
de la dignidad.

Recónditas magulladuras
de las que no quedan cicatrices
que se puedan ver.

Hay lesiones que son pegajosas
como el sudor de los cuerpos
en el trabajo

como la sangre que se vierte
en la tierra minada
cuando se ofrece resistencia.

Hay latigazos que dejan rastro
solo en la cara oculta de la luna
sin maquillaje.

Agrietadas oquedadas
por donde escapan los restos salvajes
que aun nos restan.

Hay dolores peores que el del tajo
de un latigazo en la piel
y sus socavones.

Duele mas ser la oveja negra
en el redil donde los humanos
son sujetos:
la libertad tiene ese precio.

1 comentario:

Baile Antiguo dijo...

¿Qué es lo que duele, al final? ¿La incomprensión, el desarraigo, el no ser más? ¿Qué clase de heridas de amor duelen? ¿No serán de desamor? ¿Se curan las heridas de la dignidad? (Para eso sí tengo respuesta: nunca o pocas veces).

Las cicatrices no se ven. Pero pican.