Tengo mil años
y estoy por encima del bien y del mal.
No asumo nada,
todo lo dudo desde mi guarida en las nubes
y mi segunda vivienda en el infierno.
No acepto tarjetas de crédito
ni pagos aplazados con el cuerpo-moneda
que hoy es el amor.
Lo que quiero, lo quiero ahora
cuando la tierra me arrastra
y el viento me enloquece.
Tengo mil años
y quemo mis naves cada vez
que atravieso el caudal de mi deseo
para no regresar.
Hago caida libre desde todos mis miedos
y salto al abismo desde tu cama...
Me rompo a cada golpe que me doy
fragmentando mi alma de vidrio...
Pero tengo mil años
y resucito una y otra vez
aunque me descuarticen en las celdas
del deber y del negocio
lunes, 12 de abril de 2010
Tengo mil años
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